A los lugareños no les cabe ninguna duda. Una cosa que notarás en esta despreocupada ciudad cosmopolita del suroeste de Irlanda es que inspira una devoción entre sus habitantes como ningún otro lugar.
Ocupando orgullosamente una isla en medio del río Lee, Cork es una animada colección de cafés de moda, vibrantes galerías de arte, museos singulares y pubs realmente maravillosos. A pesar de ser una ciudad, tendrás la sensación de estar en un pueblo: la vida es relajada y no hay demasiadas preocupaciones. Agradablemente compacta, acogedora y con un mordaz sentido del humor, Cork hace las cosas a su manera, ya sea un festival de jazz o una cerveza artesanal.
Qué ver
En Cork las visitas turísticas son muy relajadas. Y con un centro urbano que se puede recorrer fácilmente a pie, llegar de un lugar a otro es más que sencillo. Ponte un chute de arte en la Galería Crawford, donde artistas irlandeses como Paul Henry, Jack B Yeats y Dorothy Cross comparten espacio con un lanzador de disco original del siglo V, el Discobolus ateniense.
El Triskel Arts Centre lleva el arte a otro nivel, con un programa que abarca desde cine de arte y ensayo hasta funciones íntimas dentro de una iglesia convertida en sala de conciertos, mientras que el pintoresco Museo de la Mantequilla ofrece una visión sorprendentemente interesante de una de las grandes industrias históricas de Cork. Y si buscas una experiencia única, en Cork la encontrarás: haz sonar las campanas de la iglesia de Santa Ana, descubre la inquietante historia de la cárcel de la ciudad de Cork, o recorre las aguas bajo los puentes de la ciudad en un tour urbano en kayak.